
JING TONG GASTROENTEROLOGY & HEPATOLOGY
Jing Tong, M.D., Ph.D.
136-68 Roosvelt Ave. 3rd Floor, Flushing, NY 11354
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Cirrosis de Hígado
La cirrosis es un conjunto de cicatrices en el hígado. El tejido cicatricial se forma por lesiones o enfermedades prolongadas. Este tejido no puede hacer lo que hace el tejido hepático sano: producir proteínas, ayudar a combatir las infecciones, limpiar la sangre, ayudar a digerir los alimentos y almacenar energía.
La cirrosis puede conducir a:
- Formación de moretones o hematomas, sangrado o sangrado de la nariz
- Hinchazón del abdomen o las piernas
- Sensibilidad adicional a las medicinas
- Aumento de la presión en la vena que entra al hígado
- Venas dilatadas en el esófago y el estómago que pueden sangrar inesperadamente
- Insuficiencia renal
- Ictericia
- Picazón fuerte
- Piedras en la vesícula Unas pocas personas con cirrosis desarrollan cáncer de hígado. La cirrosis puede tener muchas causas. En los Estados Unidos, las causas más comunes son el alcoholismo crónico y la hepatitis. Nada hará desaparecer el tejido escamoso, pero tratar la causa puede evitar que la enfermedad empeore. Si se forma demasiado tejido escamoso, quizá deba pensar en un trasplante de hígado.
Síntomas
La cirrosis, por lo general, no da señales ni tiene síntomas hasta que las lesiones hepáticas se hacen grandes. Cuando sí hay signos y síntomas, estos pueden incluir:
- Fatiga
- Aparición de hemorragias o hematomas con facilidad
- Pérdida de apetito
- Náuseas
- Hinchazón de las piernas, los pies o los tobillos (edema)
- Pérdida de peso
- Picazón en la piel
- Decoloración amarilla en la piel y los ojos (ictericia)
- Acumulación de líquido en el abdomen (ascitis)
- Vasos sanguíneos en forma de arañas en la piel
- Enrojecimiento en las palmas de las manos
- En las mujeres, ausencia o pérdida de periodos no relacionados con la menopausia
- En los hombres, pérdida del deseo sexual, agrandamiento de los senos (ginecomastia) o atrofia testicular
- Confusión, somnolencia y dificultad en el habla (encefalopatía hepática) Cuándo consultar con el médico
Pide una consulta con tu médico si presentas alguno de los signos o síntomas mencionados previamente.
Causas
Una amplia variedad de enfermedades puede dañar el hígado y provocar la cirrosis.
Entre las causas se incluyen las siguientes:
- Abuso crónico de alcohol
- Hepatitis viral crónica (hepatitis B, C y D)
- Acumulación de grasas en el hígado (enfermedad de hígado graso de causa no alcohólica)
- Acumulación de hierro en el cuerpo (hemocromatosis)
- Fibrosis quística
- Cobre acumulado en el hígado (enfermedad de Wilson)
- Vías biliares mal formadas (atresia biliar)
- Déficit de alfa-1 antitripsina
- Trastornos hereditarios del metabolismo del azúcar (galactosemia o glucogenosis)
- Desorden digestivo genético (síndrome de Alagille)
- Enfermedad del hígado causada por el sistema inmunitario del cuerpo (hepatitis autoinmunitaria)
- Destrucción de las vías biliares (cirrosis biliar primaria)
- Endurecimiento y cicatrización de las vías biliares (colangitis esclerosante primaria
- Infección, como sífilis o brucelosis
- Medicamentos, incluidos el metotrexato o la isoniacida
Factores de riesgo
- Consumir demasiado alcohol. El consumo excesivo de alcohol es un factor de riesgo de la cirrosis.
- Tener sobrepeso. Ser obeso aumenta el riesgo de padecer enfermedades que pueden causar cirrosis, como esteatosis hepática no alcohólica y esteatohepatitis no alcohólica.
- Padecer hepatitis viral. No todas las personas con hepatitis crónica desarrollarán cirrosis, pero es una de las causas principales de enfermedad hepática a nivel mundial. Complicaciones
Las complicaciones de la cirrosis pueden incluir:
- Presión sanguínea alta en las venas que alimentan el hígado (hipertensión portal). La cirrosis reduce la velocidad del flujo normal de la sangre a través del hígado, aumentando de esta manera la presión en la vena que trae sangre desde los intestinos y el bazo hasta el hígado.
- Hinchazón en las piernas y el abdomen. El aumento de presión en la vena porta puede hacer que se acumule líquido en las piernas (edema) y el abdomen (ascitis). El edema y la ascitis también pueden ocurrir como resultado de la incapacidad del hígado para elaborar suficiente cantidad de determinadas proteínas de la sangre, como la albúmina.
- Agrandamiento del bazo (esplenomegalia). La hipertensión portal también puede causar cambios e inflamación en el bazo y el atrapamiento de leucocitos y plaquetas. Una disminución de los leucocitos y las plaquetas en la sangre puede ser el primer signo de cirrosis.
- Sangrado. La hipertensión portal puede hacer que la sangre se redireccione a venas más pequeñas. Fatigadas por la presión adicional, estas venas más pequeñas pueden explotar y causar un sangrado grave. La hipertensión portal puede causar el agrandamiento de las venas (várices) en el esófago (várices esofágicas) o en el estómago (várices gástricas) y conducir a un sangrado potencialmente fatal. Si el hígado no puede elaborar suficientes factores de coagulación, esto también puede contribuir al sangrado continuo.
- Infecciones. Si tienes cirrosis, tu cuerpo puede tener dificultad para pelear contra las infecciones. La ascitis puede llevar a una peritonitis bacteriana, una infección seria.
- Desnutrición. La cirrosis puede hacer que sea más difícil para el cuerpo procesar nutrientes, y esto causar debilidad y pérdida de peso.
- Acumulación de toxinas en el cerebro (encefalopatía hepática). Un hígado dañado por la cirrosis no puede eliminar toxinas de la sangre tan bien como un hígado saludable. Estas toxinas luego pueden acumularse en el cerebro y causar confusión mental y dificultad para concentrarse. Con el tiempo, la encefalopatía hepática puede avanzar hasta provocar la ausencia de respuesta o un estado de coma.
- Ictericia. La ictericia ocurre cuando el hígado enfermo no elimina de la sangre suficiente bilirrubina, un producto de desecho sanguíneo. La ictericia causa que la piel se ponga amarilla, los ojos, blancos y la orina, oscura.
- Enfermedad ósea. Algunas personas con cirrosis pierden fuerza en los huesos y son más propensas a las fracturas.
- Aumento del riesgo de padecer cáncer de hígado. Una gran proporción de las personas que padecen cáncer de hígado tienen cirrosis preexistente.
- Cirrosis crónica reagudizada. Algunas personas terminan experimentando insuficiencia multiorgánica. Actualmente, los investigadores creen que esta es una complicación diferente de algunas personas con cirrosis pero no entienden por completo sus causas. Diagnóstico
Las personas con cirrosis hepática en etapa temprana generalmente no tienen síntomas. Frecuentemente, la cirrosis se detecta por primera vez a través de un análisis de sangre o control de rutina. Con el fin de ayudar a confirmar el diagnóstico, se suele hacer una combinación de análisis de laboratorio y de diagnóstico por imágenes.
Pruebas
El médico puede ordenar una o más pruebas que pueden sugerir un problema con tu hígado, inclusive las siguientes:
- Pruebas de laboratorio. El médico puede ordenar análisis de sangre para detectar signos de funcionamiento deficiente del hígado, como exceso de bilirrubina, así como para detectar ciertas enzimas que pueden indicar daño hepático. Para evaluar la función renal, se analiza la sangre para determinar la creatinina. Serás examinado para detectar los virus de la hepatitis. También se verifica tu índice normalizado internacional (INR) para determinar la capacidad de coagulación de la sangre.
En función de los resultados de los análisis de sangre, el médico puede diagnosticar la causa subyacente de la cirrosis. También pueden usar análisis de sangre para ayudar a identificar la gravedad de la cirrosis.
- Estudios de diagnóstico por imágenes. Se puede recomendar la elastografía por resonancia magnética (ERM). Esta prueba de imagen avanzada no invasiva detecta el endurecimiento o la rigidez del hígado. También se pueden realizar otras pruebas de diagnóstico por imagen, como IRM, TC y ecografía.
- Biopsia. Una muestra de tejido (biopsia) no es obligatoria para el diagnóstico. Sin embargo, el médico puede pedírtela para identificar la gravedad, el alcance y la causa de las lesiones del hígado. Si tienes cirrosis, es posible que el médico te recomiende análisis regulares de diagnóstico para controlar los signos de avance o las complicaciones de la enfermedad, especialmente las várices
esofágicas y el cáncer de hígado. Las pruebas no invasivas están cada vez más disponibles para el monitoreo.
Tratamiento
El tratamiento para la cirrosis depende de su causa y de la medida del daño al hígado. Los objetivos del tratamiento son de hacer más lenta la progresión del tejido cicatricial en el hígado y de prevenir o tratar los síntomas y las complicaciones de la cirrosis. Si el daño al hígado es grave, quizás necesites internarte en el hospital.
Treatment for the underlying cause of cirrhosis
En la etapa temprana de la cirrosis, se puede minimizar el daño hepático si se trata la causa de base. Entre las opciones se incluyen las siguientes:
- Tratamiento para la dependencia del alcohol. Las personas que padecen cirrosis provocada por el abuso de alcohol deberían dejar de beber. Si resulta difícil detener el abuso de alcohol, es posible que el médico te recomiende un programa de tratamiento para esa adicción. Si tienes cirrosis, es fundamental que dejes de beber, ya que cualquier cantidad de alcohol es tóxica para el hígado.
- Pérdida de peso. Es posible que las personas con cirrosis provocada por la enfermedad de hígado graso de causa no alcohólica se recuperen si pierden peso y controlan sus niveles de azúcar en sangre.
- Medicamentos para controlar la hepatitis. Los medicamentos pueden limitar el avance del daño a las células del hígado causado por la hepatitis B o C a través de un tratamiento específico de estos virus.
- Medicamentos para controlar otras causas y síntomas de la cirrosis. Los medicamentos pueden frenar la evolución de algunos tipos de cirrosis hepática. Por ejemplo, en el caso de las personas que padecen cirrosis biliar primaria diagnosticada en una etapa temprana, los medicamentos pueden retrasar significativamente la evolución de la cirrosis. Otros fármacos pueden aliviar algunos síntomas, como la picazón, la fatiga y el dolor. Es posible que se indiquen suplementos nutritivos para contrarrestar la desnutrición asociada con la cirrosis y para prevenir los huesos débiles (osteoporosis).
Tratamiento de las complicaciones de la cirrosis
Tu médico trabajará para tratar cualquier complicación de la cirrosis, como por ejemplo:
- Exceso de líquido en el cuerpo. Una dieta baja en sodio y medicación para prevenir la acumulación de líquido en el cuerpo puede ayudar a controlar la ascitis y la hinchazón. Una acumulación de líquido más grave puede necesitar de procedimientos para drenar líquido o cirugía para liberar presión.
- Hipertensión portal. Algunos medicamentos para la presión arterial pueden controlar el aumento de presión en las venas que llevan sangre al hígado (hipertensión portal) y prevenir
una hemorragia grave. Tu médico te realizará una endoscopia superior de forma periódica para buscar venas dilatadas en el esófago o estómago (várices) que podrían sangrar.
Si te aparecen várices, seguramente necesitarás medicación para reducir el riesgo de sangrado. Si tienes signos de que te sangran las varices o es probable que te sangren, podrías necesitar un procedimiento (ligadura con banda) para frenar el sangrado o reducir el riesgo de mayor sangrado. En los casos graves, es posible que necesites un tubo pequeño, una derivación portosistémica intrahepática transyugular, que se coloca en la vena para reducir la presión arterial en el hígado.
- Infecciones. Puedes recibir antibióticos u otros tratamientos para las infecciones. Posiblemente tu médico también te recomiende vacunas para la influenza, la neumonía y la hepatitis.
- Aumento del riesgo de cáncer de hígado. Es probable que el médico recomiende ecografías y análisis de sangre periódicos para detectar signos de cáncer de hígado.
- Encefalopatía hepática. Te pueden indicar medicamentos para ayudar a reducir la acumulación de toxinas en la sangre debido a una mala función del hígado. Cirugía de trasplante de hígado
En casos de cirrosis avanzada, cuando el hígado deja de funcionar, un trasplante de hígado puede ser la única opción de tratamiento. Un trasplante de hígado es un procedimiento para reemplazar su hígado con un hígado sano de un donante fallecido o con una parte de un hígado de un donante vivo. La cirrosis es una de las razones más comunes para un trasplante de hígado. Los candidatos para trasplante de hígado deben realizarse pruebas exhaustivas para determinar si están lo suficientemente saludables como para tener un buen resultado después de la cirugía.
Históricamente, las personas con cirrosis alcohólica no han sido candidatas para trasplantes de hígado por el riesgo de que vuelvan a tomar el hábito perjudicial de la bebida luego del trasplante. Sin embargo, según estudios recientes las personas con cirrosis alcohólica grave que fueron minuciosamente seleccionadas tienen tasas de supervivencia del trasplante de hígado similares a las de los receptores de trasplantes de hígado con otros tipos de enfermedad hepática.
Para que el trasplante sea una opción si tienes cirrosis alcohólica, necesitarás lo siguiente:
- Encontrar un programa que se ocupe de las personas con cirrosis alcohólica
- Cumplir con los requisitos del programa, que incluyen comprometerse de por vida a no beber alcohol, además de otros requisitos específicos del centro de trasplante Posibles tratamientos futuros
Los científicos están trabajando para ampliar los tratamientos actuales para la cirrosis pero el éxito ha sido limitado. Debido a que la cirrosis tiene numerosas causas y complicaciones, existen muchos enfoques posibles para abordarla. Una combinación de más cantidad de exámenes para la detección, cambios en el estilo de vida y nuevos medicamentos puede mejorar las respuestas en personas con lesiones en el hígado, si se comienza tempranamente.
Los investigadores trabajan sobre terapias que tienen como objetivo específico las células hepáticas, para ayudar a ralentizar o incluso revertir la fibrosis que provoca la cirrosis. Aunque la terapia objetivo no está lista, el marco de trabajo para el desarrollo de tales tratamientos está en curso, y el progreso se acelera.
Prevención
Reduce tu riesgo de padecer cirrosis siguiendo estos pasos para cuidar el hígado:
- No bebas alcohol si tienes cirrosis. Si tienes una enfermedad hepática, debes evitar el alcohol.
- Mantén una alimentación sana. Elige una dieta basada en vegetales, con abundantes frutas y verduras. Selecciona granos integrales y fuentes de proteínas magras. Reduce la cantidad de grasas y comidas fritas.
- Mantén un peso saludable. Una cantidad excesiva de grasas en el cuerpo puede dañar tu estómago. Consulta con tu médico sobre un plan para perder peso si eres obeso o tienes sobrepeso.
- Reduce el riesgo de hepatitis. Compartir agujas y tener relaciones sexuales sin protección puede aumentar el riesgo de hepatitis B y C. Pregúntale a tu médico por las vacunas contra la hepatitis. Si estás preocupado por el riesgo de padecer cirrosis hepática, consulta con tu médico sobre las maneras en las que puedes reducir ese riesgo.